ME CONFORMARIA CON PODER DORMIR
El colectivo artístico contemporáneo Mondongo satiriza esta construcción dicotómica que contrasta la pureza y la sanidad de Disney con la pobreza latinoamericana. La obra “Me conformaría con poder dormir” presenta a Blancanieves, la más pura del reino, inmersa en un lodo hecho de basura y del tipo de ladrillos y metal corrugado de las villas miseria argentinas. La minucia y el detalle invitan a una mirada más de cerca que revela un subnivel aún más sórdido. Una pequeña calavera ostenta una hebra de caca en la frente; un grupo de pastillas farmacológicas forman las desgranadas cuentas de una diadema rota. La obra hace alusión directa a la emblemática escena del film de Disney en la que los enanos sobrecogidos por la congoja velan a Blanca Nieves. Pero en lugar de estar dentro de un cofre de oro y cristal, Mondongo la ha puesto vertical en una vitrina como la de Zoltar, el siniestro adivino autómata que por unas monedas te adivina la suerte en los parques de diversiones de baja estofa de Estados Unidos. Aquella Blancanieves es remota, trascendente y rozagante; ésta muestra la tensión del asco incipiente en el mohín del labio superior y en un vire hacia el morado que crispa su rostro: sus ojos cerrados no descansan, rechazan; su peinado compacto como un casquito es aquí un nido de hebras grasientas; su cabeza descansa sobre una almohada hecha no ya de flores sino de chorizos, morcillas y otros abyectos embutidos; en lugar de un ramo de flores, Blancanieves tiene sobre su pecho una coneja madre muerta, de cuyo vientre caen como excreciones varios fetos tumefactos.
—Nieves Cereijido, 2017
Me conformaría con poder dormir, 2009—2013