Serie Negra, 20022004

Angelic Blonde Babe, 2004

Galletitas dulces sobre madera

130 x 130 cm

Asia, 2004

Galletitas dulces sobre madera

100 x 82 cm

Contenido delicado

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Big tits pornstar fucking hard, 2004

Galletitas dulces sobre madera

120 x 120 cm

Couple fucking at home, 2004

Galletitas dulces sobre madera

74 x 100 cm

Exotic beauty getting fucked, 2004

Galletitas dulces sobre madera

78 x 100 cm

Kiss, 2004

Galletitas dulces sobre madera

87 x 65 cm

Perfect blonde fucking in bed, 2004

Galletitas dulces sobre madera

60 x 60 cm

Sweet lezzies love to lick, 2004

Galletitas dulces sobre madera

150 x 104 cm

Yuliya in bed, 2004

Galletitas dulces sobre madera

110 x 80 cm

Contenido delicado

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Perfect teen in hardcore action , 2004

Galletitas dulces sobre madera

200 x 250 cm

Contenido delicado

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Blonde babe fucked on sofa, 2004

Galletitas dulces sobre madera

70 x 120 cm

Contenido delicado

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Blonde teenie sucking, 2004

Galletitas dulces sobre madera

80 x 60 cm

Contenido delicado

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Laura, 2004

Galletitas dulces sobre madera

120 x 60 cm

Contenido delicado

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Lesbians (o Serie Negra 25), 2004

Galletitas dulces sobre madera

140 x 100 cm

Contenido delicado

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Perfect brunette in hot action, 2004

Galletitas dulces sobre madera

110 x 65 cm

Contenido delicado

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Silicon pornstar drilled, 2004

Galletitas dulces sobre madera

125 x 170 cm

Contenido delicado

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Serie Negra XV, 2004

Galletitas dulces sobre madera

180 x 127 cm

SERIE NEGRA
La sexualidad es también una metáfora de la producción y el consumo que parecería ser la intención de Serie negra (2003-2004). Recuerdo las palabras de David Meltzer, que escribió que la pornografía es la imagen más exacta de la Norteamérica contemporánea. Es una observación que se podría aplicar igualmente al consumismo neoliberal global. La pornografía es el material más demandado en videoclubes e Internet. Es una demanda que dice algo sobre nosotros y sobre la sociedad que estamos desarrollando como morada. No es mi intención entrar en los pros y los contras de la pornografía, pero pareciera responder a un número de necesidades y beneficios humanos, tanto sociales como económicos. Nuestro mundo cotidiano visual está impregnado de pornografía, y ésta se asegura de que hasta el último suspiro de la libido se vea satisfecho. Las imágenes de Mondongo, bajadas de Internet, aparecen como selectos fotogramas hechos con galletas como una forma más de consumismo suave, de dulce chapoteo, de comida rápida para el alivio inmediato. Entiendo el punto, pero sigue siendo, me parece, un cliché fácil y unidimensional en términos de la lectura de la obra. Como imagen, se entrega con demasiada rapidez, y en una sociedad tan visualmente sofisticada como la nuestra, tal rendición de significado me parece una estrategia suicida. Sin embargo, como en una película pornográfica, la idea es que las obras sean leídas como una serie, con un ritmo rápido, casi de staccato. La intención de Mondongo es hablar no de pornografía sino de la sociedad argentina, del menemismo, de las cicatrices y secuelas que dejaron ciertas políticas, de las indecencias cometidas –y que todos conocen– que van desde aquéllos desaparecidos durante la dictadura militar hasta la eliminación de los ahorros de gran parte de la clase media en los últimos años: un enorme legado de pornografía. La pregunta es: ¿se puede abordar estos temas a través de un sistema de imágenes que ha perdido la mayor parte de su poder y se ha convertido en una astilla más en el matadero?
—Kevin Power, 2010