EL TEJIDO DEL RETRATO
[…] Hay rostros que conocemos bien porque convivimos con ellos, hay otros que nos re- sultan familiares por su relevancia social o por su presencia continua en los medios. Nuestra forma de mirarlos, aproximarnos a ellos o entender sus expresiones es muy diferente. Para Mondongo el retrato ha implicado siempre una búsqueda que va más allá de la simple representación de un rostro. En esta selección de retratos se adentran en el enigma de las diversas caras del retrato y en cómo dar cuenta de esa diversidad.
Ninguno de nosotros posee un rostro. Nuestro rostro, como nuestra identidad, es múl- tiple y esa multiplicidad no se resuelve únicamente al mostrar caras diferentes. Como escribió Pessoa: “Tudo em mim é a tendência para ser a seguir outra coisa”1. Un rostro es una mutación constante, una continuidad, una serie de rostros-capa que, como en un tejido, se enlazan con los anteriores, se superponen a otros o se interconectan con los siguientes, una trama compleja e intrincada que se resiste a desvelar su misterio a través de una sola imagen. Al igual que el paisaje, el rostro cambia a cada momento modulado por la luz, por el humor o marcado por el paso del tiempo, sin dejar nunca de ser el mismo, al menos mientras está vivo. La muerte vuelve el rostro irreconocible, lejano, vacío, como si ya no perteneciese a esa persona que hemos conocido.
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La técnica de hilos surgió con el retrato de Kevin Power, y lo emplearon en el de Fogwill y luego en el de Tom Patchett. Estos tres retratos, bajo mi punto de vista, podrían con- figurar una suerte de trilogía estructural, en el sentido de trío-sostén. Son retratos que, como en el caso de Fogwill, dan más de la persona que la imagen de su rostro. La sensación de unidad que consiguen en el retrato de Fogwill, por ejemplo, abre de inmediato las posibilidades de lectura hacia otras dimensiones de la personalidad de carácter psicológico: inconformista, complejo, lúcido, imaginativo, radical, atractivo... El tratamiento de los detalles en los cabellos, los ojos, la boca o las arrugas de la cara, los juegos de luces y los fondos neutros y profundos destacan, aún más, la presencia de esas tres cabezas iluminadas.
—Mónica Carballas, 2013
Retratos Íntimos, 2005