Naturaleza muerta, 201112

Naturaleza muerta II, 2011—2012

Plastilina sobre madera

94 x 250 x 8 cm

Naturaleza muerta II, 2011—2012

[Detalle]

Naturaleza muerta II, 2011—2012

[Detalle]

Naturaleza muerta I, 2011—2012

Plastilina sobre madera

94 x 250 x 8 cm

Naturaleza muerta I, 2011—2012

[Detalle]

Naturaleza muerta I, 2011—2012

[Detalle]

Naturaleza muerta III, 2011—2012

Plastilina sobre madera

94 x 250 x 8 cm

Naturaleza muerta III, 2011—2012

[Detalle]

Naturaleza muerta III, 2011—2012

[Detalle]

LA NATURALEZA MUERTA

La naturaleza muerta jugó un papel fundamental en el modernismo pero tendió a desaparecer en el posmodernismo. Pensemos en el rol que desempeñó́en la obra de Braque, Picasso y Gris; que fue instrumental en la definición del cubismo. Pensemos en Morandi y en la manera en que lo utilizó como vehículo de las emociones humanas, de la soledad o de la necesidad de tocar, de la voluntad de mezclarse y unirse, y de la simple o no tan simple y abrumadora evidencia de las divisiones, separaciones y diferencias en la vida. Pensemos en la manera en la que Caravaggio coloca un bodegón de manzanas y peras en Cena en Emaús; en cómo Picasso los pinta durante setenta y cinco años; o en cómo Van Gogh no dudó en proponernos un gesto tan sencillo como un Bodegón con cebollas. Todas estas obras hablaban de mucho más de lo que parece a simple vista. Guy Davenport argumenta que la naturaleza muerta siempre ha tratado con el lugar en el que termina la materia y empieza el espíritu, y con la naturaleza de esta interdependencia.
Los Mondongo(s) parecen haber entendido la naturaleza muerta como un género capaz, incluso, de conducirnos hacia las perversas y problemáticas secuelas de la globalización y de un proyecto de vida basado en el consumo; que pretenden representar como la realidad de algunos y como el sueño amargo de otros.

—Kevin Power, 2013